Por eso, a todos los que hoy se planteen convertir sus expectadivas en frustracienes.
A todos los que pretendan inmolar su vocación con la dinamita del miedo.
A todos los que alguna vez se hayan planteado castrarse un te imaginas.
A todos esos, con el corazón en una mano y los genitales en la otra,
tan sólo os haré una pregunta: ¿tú de pequeño habrías querido ser tú?
Y por favor, antes de contestar, intentad
que la palabra tarde no rime con la palabra cobarde.