10/2/09

El beso, el rechazo inmediato; ahora sí, ahora no, ahora estoy, ahora ya no, como si se tratara de un juego. Lo ocurrido me había recordado otra veces que nos habíamos acercado Nines y yo, los otros besos que habíamos intercambiado en otros momentos, las ilusiones que me había hecho y (tal como ella había recordado) la elección final. No la elegí a ella.
Nines era aquella maravilla lejana y conflictiva, siempre rodeada de neuronas y problemas, pero de todas formas atractiva, terriblemente atractiva. Y aquella mañana continuaba debatiéndome entre el rechazo y la atracción.
Podría haber pasado de ir, pero Nines me reclamaba, me había dicho que teníamos una conversación pendiente, y allí estaba yo, al menos físicamente.
Me interrumpió con un beso. Fue un beso más intenso y más importante que cualquiera de los que nos habíamos dado hasta entonces. Fue un beso de compromiso, quiero decir que prometía, que responsabilizaba, que nos unía de verdad. En aquel momento pensé que Nines era la mujer de mi vida, la única mujer de toda mi vida.
Habíamos estado predestinados desde el primer momento, aquel día que nos conocimos, y por alguna razón nos habíamos equivocado en todas las elecciones posteriores, siempre pensando el uno en el otro sin acabar de aproximarnos.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho..mucho.
    Cuántas historias se esconden detrás de esa Nines...cuántas mujeres...
    :):) sonríe chinita..:)

    ResponderEliminar

Atrévete a comentar.. :)